Imaginemos dos personas, una en Buenos Aires y la otra en Lisboa. Ambas personas llevan zapatos de color azul. Si estas personas fuesen fotones del teorema de Bell (o tuvieran entre ellos un vínculo semejante), en el momento en que el señor de Buenos Aires se cambiase los zapatos azules por unos marrones, en Lisboa, y simultáneamente, su alter ego se cambiaría, a su vez, los zapatos marrones por unos azules.La explicación más excéntrica de la paradoja Einstein-Podolsky-Rosen se la debemos a Costa de Beauregard, un físico francés. Según ésta, la información procedente de la medición de la partícula A viaja hacia atrás en el tiempo hasta el origen del par de partículas, y luego hacia adelante en el tiempo hasta la partícula B, llegando allí en el mismo instante en que ha partido de A. Si, como Steven Weinberg aduce, la belleza de una teoría incita a su aceptación, ésta de Costa de Beauregard podría ser aceptada sin dilación.